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JUAN RAMÓN MADARIAGA

El doctor Juan Ramón Madariaga y Hormaza, tal reza su acta de nacimiento, vio la luz en Plencia, provincia de Vizcaya, Reino de España, el 27 de diciembre de 1851.

Cursó estudios universitarios en Madrid, doctorándose en medicina hacia 1882, a la edad de treinta y un años.

Hacia el año 1889 Madariaga viaja a la República Argentina acompañado por su esposa, de apellido Dariés y de un hermano de ésta de nombre Luis, quien colaboró activamente con su cuñado desde su profesión de farmacéutico, asentándose finalmente en la incipiente ciudad de Posadas.

Es dable recordar que en ese entonces Posadas era una modesta aldea que contaba con sólo profesional de la medicina, que pertenecía al Regimiento 3 de Línea y quien evidentemente estaba sujeto a traslado dado su condición de médico militar. 

El doctor Juan Ramón Madariaga se destacó notablemente por su accionar filantrópico y acendrado amor al prójimo. Ejerció su profesión con sacrificio y dedicación, llegando a constituirse en un verdadero defensor de la salud de todo un pueblo que sentía veneración por quien, como él, brindaba su ciencia y consuelo con el mayor desinterés. Algo realmente inusitado para esta época desdichadamente insensible y temporal que transitamos, lo constituye el hecho que este insigne galeno acudía siempre, a cualquier hora, con presteza y solicitud al llamado de sus dolientes enfermos concurriendo a sus domicilios –recordemos que por entonces Posadas no contaba con energía eléctrica- luego de surcar con su ya familiar “sulky” las pantanosas calles del pueblo.


En 1900, y por iniciativa del entonces gobernador del Territorio Nacional, D. Juan José Lanusse, se promulga la ley 7441, por medio de la cual se asigna una subvención de carácter permanente para la construcción y sostenimiento de un Hospital de Caridad, único en todo el territorio, el que durante muchos años fue atendido gratuitamente por el doctor Madariaga y otros colegas.

Hospital de Caridad (1910)

hoy Hogar de Niñas Sta Teresita

Pero Madariaga no se dedica únicamente a paliar con ahínco los dolores de la población. Hombre culto, fue también un periodista nato, gran conferencista y fogoso orador. Se incorpora a la Logia ROQUE PÉREZ de Posadas juntamente con su cuñado Luis Dariés, alcanzando a presidirla en el año 1909 y 1910 como su Venerable Maestro.      


En el año 1908 se funda un sanatorio privado, el “Alto Paraná”, donde por gestión de Madariaga eran atendidos peones y tareferos de todo el interior del territorio.


Este notable hombre de ciencia atendía también en su consultorio particular, donde concurrían cotidianamente en busca de alivio y restablecimiento, pacientes pertenecientes a distintos estratos sociales con quienes no ejercía ningún tipo de distingos, caracterizándose por no cobrar honorarios. Es así como el 18 de abril de 1911, a las dos de la madrugada y como consecuencia de una aguda angina, lo sorprende la muerte en la máxima humildad y pobreza.

Transcribimos a continuación algunos párrafos rescatados a propósito de Madariaga del libro “Ayer”: 

“Al producirse su fallecimiento, la pobreza que lo rodeaba era desconcertante. No había podido adquirir bienes, carecía de mobiliario y su ropa era escasa y modesta. En el cajón de su mesa de luz quedaban únicamente unas pocas monedas…pero sobre todo su féretro lloraba el pueblo. Fue velado en su consultorio y llevado a pulso hasta la lejana Necrópolis.” 

Hospital Regional (1924)

A poco tiempo de su fallecimiento una comisión de vecinos efectuó una colecta para erigir un mausoleo en el lugar donde fueron sepultados sus restos mortales, como mudo testimonio del fervoroso afecto popular del que era acreedor. Más adelante la Municipalidad de Posadas y el Honorable Consejo Deliberante designaron con su nombre a una de las principales avenidas de la ciudad y el Hospital Escuela de Agudos “Dr. Ramón Madariaga”, heredero del viejo Hospital de Caridad, recuerda en su insignia a tan sublime benefactor. 


Y aun cuando no dejó descendientes que pudieran perpetuar su ilustre apellido, éste está íntimamente ligado al cariño y gratitud que le profesó todo un pueblo en el pasado y cuya memoria se hace imprescindible rescatar para ejemplo redentor de las generaciones presentes y futuras.